Si nos preguntaran a varias personas como creemos que nuestras empresas deberían innovar, probablemente nos encontraríamos con distintas respuestas porque cada uno de nosotros estaríamos pensando desde los distintos paradigmas que hemos elaborado acerca de la innovación desde nuestros diferentes aprendizajes y experiencias.
Además, el acceso inmediato a la información a través de Internet propicia que los nuevos paradigmas de gestión se vayan superponiendo uno detrás de otro creando cierta sensación de desasosiego e incredulidad, tanto respecto a los nuevos paradigmas como a los ya adquiridos.
Esta sensación psicológica que nos paraliza es una de las problemáticas a solucionar en esta sociedad del conocimiento en la que se dice que tan importante es saber aprender como saber desaprender. Y si esto ya es dificil en los conocimientos, no digamos en la creencias.
Lejos quedan en la memoria los años 1980 y 1990 donde los grandes gurus de las escuelas de negocio norteamericanas dictaban el camino a seguir. Ejemplos de estos paradigmas fueron los inspirados desde la industria del automovil como el “Justo a Tiempo” y la “Calidad Total”.
En la actualidad es Internet el inspirador de los nuevos paradigmas de innovación. Uno de ello es el MVP (Minimo Viable Producto), popularizado por Eric Ries para el diseño y lanzamiento de aplicaciones web.
Se trata de ir desarrollando el producto lanzando mínimas versiones que son validadas progresivamente por los usuarios sucesivamente. De esta forma se evitan las inversiones realizadas en productos acabados que no acaban de ser del agrado de los consumidores y que, la mayoría de las veces, es la causa del fracaso de muchas nuevas empresas.
Sin embargo, este paradigma de desarrollo de producto fundamentado en el cliente no es aplicable en las denominadas empresas de base tecnológica donde el enfoque “basado en el cliente” no es suficiente para mantener la viabilidad del proyecto a lo largo del tiempo.
Esta doble tipologia de paradigma se ejemplifica fácilmente en las industrias del automovil y la electrónica de consumo, donde la tecnología está en manos de los proveedores y el diseño en la de los fabricantes.
El gran riesgo de este paradigma para los fabricantes es la deslocalización de la fabricación hacia el entorno de los proveedores, como ya ha ocurrido en el sector de la electrónica de consumo y está ocurriendo en el del automovil, dado que también acaba deslocalizándose el marketing y el diseño de nuevos productos.
Aunque, siempre hay excepciones de éxito como es el caso de Apple con los exitosos lanzamientos del Ipod y el Iphone basados en el diseño de productos muy innovadores y la elección posterior de empresas punteras tecnológicas para su desarrollo y fabricación.
El paradigma de estas empresas tecnológicas se fundamenta en la excelencia tecnológica más allá de las necesidades actuales de sus clientes para poder ir afrontando las necesidades que en el futuro vayan a surgir. Dado que un enfoque en un corto plazo no deja que ni se desarrollen tecnologías ni investigación básica.
Ambas tipologías de empresas se necesitan mutuamente para retroalimentar el sistema de innovación empresarial, diseñando productos aceptados por el mercado y desarrollando tecnologías necesarias para posibilitar la sostenibilidad empresarial futura.
Además, con la amenaza de deslocalización que supone la globalización, los sistemas de innovación territoriales están preocupados en cerrar el círculo del valor añadido en su entorno para mantener, igualmente la competitividad territorial futura.
Las empresas que se situan en el entorno de estos sistemas de innovación territorial acaban convergiendo sus paradigmas particulares con los grupales, reduciendo su incertidumbre y beneficiándose de las sinergias.
En la actualidad existen muchos modelos teóricos de cómo se han implantado estos sistemas en muchas regiones, así como ejemplos prácticos de los que nuestro entorno cercano no es ajeno, como la creación de Centros de Empresas, Parques Tecnológicos, Polígonos especializados, Centros de Investigación y Clusters de empresas, entre otros.
Se trata del “hardware” necesario de estos sistemas de innovación empresarial, pero que necesitan de un “software” en las personas, en las empresas y en la sociedad para ser conscientes de los beneficios de su puesta en marcha.
Se trata de ir deviniendo una “inteligencia colectiva” más capaz que la “inteligencia particular” de cada persona, organismo y empresa. Así, un sistema de innovación que converge los paradigmas particulares y que nos hace a todos más competitivos.
Una “inteligencia colectiva” que nos libera de este desasosiego ante la rapidez de los cambios en todos los ámbitos empresariales y sociales y que nos permite poder centrarnos en desarrollar competentemente nuestras aportaciones como personas y empresas.
Daniel Vallés Turmo
CEEIAragón
www.ceeiaragon.es
Publicado en el Diario del Altoaragon el 9 de diciembre de 2009
www.diariodelaltoaragon.es
Además, el acceso inmediato a la información a través de Internet propicia que los nuevos paradigmas de gestión se vayan superponiendo uno detrás de otro creando cierta sensación de desasosiego e incredulidad, tanto respecto a los nuevos paradigmas como a los ya adquiridos.
Esta sensación psicológica que nos paraliza es una de las problemáticas a solucionar en esta sociedad del conocimiento en la que se dice que tan importante es saber aprender como saber desaprender. Y si esto ya es dificil en los conocimientos, no digamos en la creencias.
Lejos quedan en la memoria los años 1980 y 1990 donde los grandes gurus de las escuelas de negocio norteamericanas dictaban el camino a seguir. Ejemplos de estos paradigmas fueron los inspirados desde la industria del automovil como el “Justo a Tiempo” y la “Calidad Total”.
En la actualidad es Internet el inspirador de los nuevos paradigmas de innovación. Uno de ello es el MVP (Minimo Viable Producto), popularizado por Eric Ries para el diseño y lanzamiento de aplicaciones web.
Se trata de ir desarrollando el producto lanzando mínimas versiones que son validadas progresivamente por los usuarios sucesivamente. De esta forma se evitan las inversiones realizadas en productos acabados que no acaban de ser del agrado de los consumidores y que, la mayoría de las veces, es la causa del fracaso de muchas nuevas empresas.
Sin embargo, este paradigma de desarrollo de producto fundamentado en el cliente no es aplicable en las denominadas empresas de base tecnológica donde el enfoque “basado en el cliente” no es suficiente para mantener la viabilidad del proyecto a lo largo del tiempo.
Esta doble tipologia de paradigma se ejemplifica fácilmente en las industrias del automovil y la electrónica de consumo, donde la tecnología está en manos de los proveedores y el diseño en la de los fabricantes.
El gran riesgo de este paradigma para los fabricantes es la deslocalización de la fabricación hacia el entorno de los proveedores, como ya ha ocurrido en el sector de la electrónica de consumo y está ocurriendo en el del automovil, dado que también acaba deslocalizándose el marketing y el diseño de nuevos productos.
Aunque, siempre hay excepciones de éxito como es el caso de Apple con los exitosos lanzamientos del Ipod y el Iphone basados en el diseño de productos muy innovadores y la elección posterior de empresas punteras tecnológicas para su desarrollo y fabricación.
El paradigma de estas empresas tecnológicas se fundamenta en la excelencia tecnológica más allá de las necesidades actuales de sus clientes para poder ir afrontando las necesidades que en el futuro vayan a surgir. Dado que un enfoque en un corto plazo no deja que ni se desarrollen tecnologías ni investigación básica.
Ambas tipologías de empresas se necesitan mutuamente para retroalimentar el sistema de innovación empresarial, diseñando productos aceptados por el mercado y desarrollando tecnologías necesarias para posibilitar la sostenibilidad empresarial futura.
Además, con la amenaza de deslocalización que supone la globalización, los sistemas de innovación territoriales están preocupados en cerrar el círculo del valor añadido en su entorno para mantener, igualmente la competitividad territorial futura.
Las empresas que se situan en el entorno de estos sistemas de innovación territorial acaban convergiendo sus paradigmas particulares con los grupales, reduciendo su incertidumbre y beneficiándose de las sinergias.
En la actualidad existen muchos modelos teóricos de cómo se han implantado estos sistemas en muchas regiones, así como ejemplos prácticos de los que nuestro entorno cercano no es ajeno, como la creación de Centros de Empresas, Parques Tecnológicos, Polígonos especializados, Centros de Investigación y Clusters de empresas, entre otros.
Se trata del “hardware” necesario de estos sistemas de innovación empresarial, pero que necesitan de un “software” en las personas, en las empresas y en la sociedad para ser conscientes de los beneficios de su puesta en marcha.
Se trata de ir deviniendo una “inteligencia colectiva” más capaz que la “inteligencia particular” de cada persona, organismo y empresa. Así, un sistema de innovación que converge los paradigmas particulares y que nos hace a todos más competitivos.
Una “inteligencia colectiva” que nos libera de este desasosiego ante la rapidez de los cambios en todos los ámbitos empresariales y sociales y que nos permite poder centrarnos en desarrollar competentemente nuestras aportaciones como personas y empresas.
Daniel Vallés Turmo
CEEIAragón
www.ceeiaragon.es
Publicado en el Diario del Altoaragon el 9 de diciembre de 2009
www.diariodelaltoaragon.es
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