Aún en el momento actual, sorprende
contemplar a una araña tejiendo su red. Como con una exactitud matemática va
uniendo los hilos radiales con los concéntricos haciéndola consistente.
Y todavía es más increíble escuchar la
resistencia que tiene la estructura creada, que es la envidia de los ingenieros de nuevos materiales que buscan
poder imitar este tejido de forma artificial.
Posiblemente el resultado de esta fortaleza
viene dado tanto de las características del hilo, como de la manera como la
araña lo teje para que tenga el máximo rendimiento en su utilización.
Lo mismo ocurre con la capacidad de las
empresas, las organizaciones y las sociedades. Su fortaleza no es la suma de la
brillantez de sus individuos, sino la resultante de la forma de
interaccionarse.
Y en esta labor tienen mucho que decir
aquellas personas y organizaciones que van interactuando con los demás de forma
constructiva buscando sinergias para lograr éxitos conjuntos.
No es una tarea fácil, porque obliga a dejar de
observarse a uno mismo y atender a los demás. Atender y comprender. Una vez que
comprendemos al otro, en parte ya es parte de nosotros.
Si esto ya es difícil en las relaciones
interpersonales cotidianas, todavía lo es más en las relaciones empresariales
donde los proyectos son mucho más complejos y abarcan a distintos individuos.
Por eso es de valorar a aquellas personas y a
aquellas organizaciones que hacen esta labor imprescindible, sobre todo en una
coyuntura como la actual de una gran complejidad y competitividad.
En el marco teórico se habla mucho de la
colaboración empresarial, pero en la implementación es muy difícil ver
resultados que se puedan observar y, mucho menos, que se mantengan en el
tiempo.
Una de las causas de esta realidad es la
falta de personas capaces de realizar esta labor tejedora y de empresas que
permitan que realicen esta labor que, en muchas ocasiones, no es productiva en
el corto plazo.
Sin embargo, el resultado de esta labor en el
medio y en el largo plazo es sorprendente no sólo en el resultado cuantitativo,
sino también en el cambio cualitativo de las organizaciones.
Este tipo de labor de colaboración se puede
realizar en todos los eslabones de la cadena de valor, desde el desarrollo, la
producción, la comercialización, la administración y la atención postventa.
Es en los primeros eslabones de esta cadena,
sobre todo en la Investigación y el Desarrollo (I+D), donde esta tarea es más
compleja y tanto los procedimientos como los resultando son muy intangibles.
Por eso cuando se ven empresas en nuestro
entorno que están realizando esta labor en el campo del I+D, es más loable esta
labor por la capacidad de ejemplaridad que tienen en otras empresas.
También los organismos, tanto públicos como
privados, aportan valor a esta labor. Su involucración es necesaria para
posibilitar que estos esfuerzos empresariales lleven a buen término.
La labor tejedora de estos organismos es
necesaria para permitir los puentes entre empresas y las relaciones con otros
organismos, a modo de un catalizador acelerador del proceso.
Una aportación necesaria de posibilitar la
visibilidad social de estas empresas que son capaces de crear valor hacia el
futuro facilitando la internacionalización de sus procesos de innovación y
comercialización.
Este tipo de personas y empresas son muy
codiciadas por las sociedades avanzadas, porque conocen la dificultad de su
aparición, y por ello favorecen que se desarrollen en su entorno.
En la jerga empresarial, se llaman “empresas
gacelas” porque tienen un alto potencial de crecimiento tanto por las
capacidades de la empresa como del sector en el que se desenvuelven.
Al igual que sorprende contemplar a una araña
tejiendo, también lo es observar como estas personas y empresas van
desarrollando paulatinamente proyectos complejos hasta hacerlos realidad.
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