miércoles, 11 de enero de 2012

Empresas tejedoras

Aún en el momento actual, sorprende contemplar a una araña tejiendo su red. Como con una exactitud matemática va uniendo los hilos radiales con los concéntricos haciéndola consistente.
Y todavía es más increíble escuchar la resistencia que tiene la estructura creada, que es la envidia de los  ingenieros de nuevos materiales que buscan poder imitar este tejido de forma artificial.
Posiblemente el resultado de esta fortaleza viene dado tanto de las características del hilo, como de la manera como la araña lo teje para que tenga el máximo rendimiento en su utilización.
Lo mismo ocurre con la capacidad de las empresas, las organizaciones y las sociedades. Su fortaleza no es la suma de la brillantez de sus individuos, sino la resultante de la forma de interaccionarse.
Y en esta labor tienen mucho que decir aquellas personas y organizaciones que van interactuando con los demás de forma constructiva buscando sinergias para lograr éxitos conjuntos.
No es una tarea fácil, porque obliga a dejar de observarse a uno mismo y atender a los demás. Atender y comprender. Una vez que comprendemos al otro, en parte ya es parte de nosotros.
Si esto ya es difícil en las relaciones interpersonales cotidianas, todavía lo es más en las relaciones empresariales donde los proyectos son mucho más complejos y abarcan a distintos individuos.
Por eso es de valorar a aquellas personas y a aquellas organizaciones que hacen esta labor imprescindible, sobre todo en una coyuntura como la actual de una gran complejidad y competitividad.
En el marco teórico se habla mucho de la colaboración empresarial, pero en la implementación es muy difícil ver resultados que se puedan observar y, mucho menos, que se mantengan en el tiempo.
Una de las causas de esta realidad es la falta de personas capaces de realizar esta labor tejedora y de empresas que permitan que realicen esta labor que, en muchas ocasiones, no es productiva en el corto plazo.
Sin embargo, el resultado de esta labor en el medio y en el largo plazo es sorprendente no sólo en el resultado cuantitativo, sino también en el cambio cualitativo de las organizaciones.
Este tipo de labor de colaboración se puede realizar en todos los eslabones de la cadena de valor, desde el desarrollo, la producción, la comercialización, la administración y la atención postventa.
Es en los primeros eslabones de esta cadena, sobre todo en la Investigación y el Desarrollo (I+D), donde esta tarea es más compleja y tanto los procedimientos como los resultando son muy intangibles.
Por eso cuando se ven empresas en nuestro entorno que están realizando esta labor en el campo del I+D, es más loable esta labor por la capacidad de ejemplaridad que tienen en otras empresas.
También los organismos, tanto públicos como privados, aportan valor a esta labor. Su involucración es necesaria para posibilitar que estos esfuerzos empresariales lleven a buen término.
La labor tejedora de estos organismos es necesaria para permitir los puentes entre empresas y las relaciones con otros organismos, a modo de un catalizador acelerador del proceso.
Una aportación necesaria de posibilitar la visibilidad social de estas empresas que son capaces de crear valor hacia el futuro facilitando la internacionalización de sus procesos de innovación y comercialización.
Este tipo de personas y empresas son muy codiciadas por las sociedades avanzadas, porque conocen la dificultad de su aparición, y por ello favorecen que se desarrollen en su entorno.
En la jerga empresarial, se llaman “empresas gacelas” porque tienen un alto potencial de crecimiento tanto por las capacidades de la empresa como del sector en el que se desenvuelven.
Al igual que sorprende contemplar a una araña tejiendo, también lo es observar como estas personas y empresas van desarrollando paulatinamente proyectos complejos hasta hacerlos realidad.

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