En muchas localidades de la
provincia de Huesca el pastillo de calabaza es un postre tradicional que se
solía consumir principalmente para las fiestas de Navidad aunque actualmente
está disponible durante todo el año.
La presentación más usual del
pastillo es una fina empanada rellena con calabaza cortada que tiene un peso de
unos 750 gramos y unas medidas de treinta por cuarenta centímetros.
Su coste al público medio es de
unos ocho euros suponiendo un precio por ración aproximado de un euro, muy
similar al de otros productos de repostería que podemos encontrar en las
panaderías.
Este postre es tradicional en
toda la provincia, recibiendo el nombre de pastillo en la zona de influencia
del somontano de Barbastro y empanadico en el somontano de Huesca.
Este producto ha pasado de venderse
únicamente en Navidad a consumirse durante todo el año debido a la creciente
tendencia de las panaderías durante los últimos años a reforzar sus productos
de repostería.
Este desestacionamiento del consumo de este
producto tradicional, lo ha convertido en un objeto de regalo como producto
típico del lugar muy apreciado por los descendientes del territorio.
En la zona de influencia de Barbastro es un
regalo habitual para los familiares, tanto cuando se les va a visitar, como
cuando vienen y se llevan productos típicos como el vino o las chiretas.
Sin embargo su transporte siempre ha sido
complicado debido a su gran tamaño, el fino grosor y la fragilidad de su
textura. De forma que era muy difícil que llegara intacto a su lugar destino.
Para evitar que se doblaran en su transporte
tradicionalmente se colocaba un trozo de cartón debajo envolviéndose después
con el papel de envolver. Aunque era complicado de evitar que no llegara la
parte de arriba del papel ensuciada con el azúcar derretido.
Actualmente algunos establecimientos ofrecen
una caja de cartón similar a la de las pizzas con el fin de favorecer el
transporte y así posibilitar que sea un producto indicado para el regalo, como
ocurre con la llamada Trenza de Almudevar.
En la panadería de Labuerda han optado por
ofrecer dos tamaños distintos de pastillo. En Navidad ofrece el formato
tradicional, pero el resto del año vende un formato más pequeño y más
asequible.
Este formato más compacto pretende ser más
atractivo para los clientes tanto por su menor precio, como por su mejor
transporte. Igualmente favorece la adquisición de un mayor número de unidades
para regalar a distintos familiares y amigos.
Este formato más compacto de Labuerda se
presenta en una caja con una ventana transparente de plástico por la que se
puede ver el producto. El objetivo de esta doble innovación es hacer el
producto más propicio para el regalo.
Ya hemos visto que tanto su precio, su tamaño
y su facilidad de transporte son parámetros que podemos modificar para
incrementar su atracción de compra a los clientes.
Pero, también es muy importante su exposición
en el punto de venta en relación con el resto de los productos de repostería.
Aquello de que la comida entra primero por los ojos.
En las panaderías de Barbastro el pastillo de
calabaza se suele exponer en el escaparate para atraer a los paseantes. En los
pueblos turísticos de la montaña se utilizan otras estrategias.
La panadería de Labuerda cuenta con una
tienda en la que vende productos alimentarios de la zona. Los productos propios
de repostería están situados en una estantería especialmente diseñada.
El punto de venta de la panadería de Serraduy
está situado en un establecimiento de hostelería. Los productos de repostería
están situados en un expositor de pastelería con una cálida iluminación que los
hace más atractivos.
Estas innovaciones mostradas en un producto
tradicional como el pastillo de calabaza es un ejemplo de cómo pequeñas
modificaciones en algunos eslabones de la cadena de valor puede ayudar a
incrementar las ventas.
Las modificaciones que se realizan buscan
llegar a alcanzar en el pastillo de calabaza el éxito que han tenido otros
productos de repostería de nuestra provincia como es el caso de la Trenza de
Almudevar.
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