Con la noticia de los 720 millones de euros
que se han repartido en el primer premio del sorteo de Navidad en la provincia
de Huesca, podríamos pensar que es la suerte y no la dedicación la que nos hace
seguir adelante.
Aquí habría mucho que hablar sobre la
idiosincrasia de nuestra cultura que ya Max Weber comentó hace un siglo en su
libro “La ética protestante y el espíritu de capitalismo”.
También habría que hablar sobre el
significado de la felicidad en su relación con la riqueza. Si pensamos que sólo
podemos estar alegres cuando nos va bien, nosotros mismos nos estamos
perjudicando.
La autosugestión, llamémosle como le llamemos
(auto-profecía que se cumple, visión positiva o automotivación) es una de las
herramientas más poderosas que tenemos las personas para resolver los
problemas.
En esta situación socioeconómica sistémica
que nos rodea, desde donde todos los ámbitos se comenta que este 2012 va a ser
complicado, es necesario que creemos un espacio de autonomía personal para
maniobrar y seguir hacia adelante.
La primera forma de comenzar este
empoderamiento es asumir riesgos. El mantenernos en una posición excesivamente
prudente y conservadora nos paraliza y nos impide manejar la situación.
El estar predispuestos al riesgo es una
palanca de cambio, es el mecanismo que desencadena nuestra capacidad creativa
para buscar soluciones aunque nos encontremos en un momento difícil.
El asumir riesgos no significa ser temerarios.
Podemos asumir un porcentaje bajo de nuestra inversión, de un 5 a un 10%, en
proyectos que no tenemos claro que su retorno vaya a ser positivo.
Esta es la filosofía que tradicionalmente han
mantenido los fondos de pensiones. Es necesario invertir un pequeño porcentaje
en el llamado capital riesgo. Tanto para conseguir mayor rentabilidad, como
para conocer nuevos sectores.
Lo mismo sucede en el ámbito empresarial.
Necesitamos hacer cosas distintas, para obtener resultados diferentes. Aunque
sea paradójico, es en los momentos de dificultad donde es más necesario asumir
estas pequeñas inversiones de riesgo.
Al tratarse de inversiones con riesgo es
aconsejable realizarlas con fondos propios porque, por su propia naturaleza, no
conocemos los retornos financieros que se pueden obtener en el futuro.
En muchas ocasiones, este tipo de inversión
riesgo son pequeñas acciones, como es el caso de una campaña de comunicación de
una forma distinta, un cambio en el embalaje o la puesta a disposición de un
nuevo servicio.
Habitualmente, este tipo de inversiones
movilizan los recursos humanos de toda la organización y posibilitan el abordar
las mismas problemáticas desde un punto de vista distinto tanto cognitivo como
psicológico.
Hacen
“ponernos las pilas” y renuevan las ilusiones retornando la pasión, que tiene
mala fama por ser ciega, pero que es necesaria en los comienzos de los
proyectos para romper la inercia y poner los motores en funcionamiento.
La pasión consigue que desempolvemos el
polvo, que nos movamos de la silla, que retomemos las relaciones que se habían
estancado y nos demos a nosotros mismos una oportunidad para reinventarnos.
Una pasión que necesita de un esfuerzo
posterior sostenido tanto para redefinir los proyectos adaptándose a la
realidad de nuestro entorno. Es lo que se llama la creatividad secundaria.
La creatividad secundaria es la capacidad de
mantener un esfuerzo en el tiempo para realizar un proyecto. En el ámbito
creativo puede ser una novela, una película o una escultura.
En el ámbito empresarial hablamos de otros
proyectos, como los ya comentados con riesgo. Aunque las ideas sean buenas, es
necesario que se acaben de definir en la realidad. Y ello lleva su tiempo.
Hacia adelante con riesgo, pasión y esfuerzo,
pero con alegría. Aún, en los momentos difíciles, la tristeza es una opción
elegida. Podemos elegir la alegría que, como hemos visto, nos es mucho más
útil.
Un abuelo del Pirineo, de esos que les ha
tocado vivir todo el siglo pasado con grandes sufrimientos y grande alegrías,
al final de esos días solía decir a sus nietos: “Pobretes pero alegretes”.
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