El
escenario económico de la posguerra es desolador en la provincia de
Huesca. Se han
colectivizado las mercancías y
parte de los medios de producción, además la moneda republicana no
tiene valor. Se comienza de cero.
María coge
el autobús a Barbastro para comprar género para la tienda y la
venta ambulante. Pasa la noche en Casa Pico donde va dejando la
mercancía. Los comercios vuelven a estar suministrados gracias al
apoyo de los proveedores.
La
reconstrucción de infraestructuras
destruidas durante la guerra posibilita los primeros jornales.
Antonio y el hijo segundo trabajan durante dos años en la
reconstrucción de la central eléctrica de Lafortunada.
Son
años de escasez y de autoabastecimiento a partir del cultivo de la
huerta y la cría de animales a partir de
lo cosechado. La gran riada del Cinca del verano de 1942 se lleva
toda la huerta. Los hermanos tienen que salir a servir por la comida.
A Zaragoza
van el segundo hermano, que se enrola en el ejército, y la hija
mayor, que sirve en casa de los empresarios de una fábrica textil
que tras la guerra se trasladó de Graus a Zaragoza.
María
enferma rápidamente y muere en el año 1946, pero la segunda
generación ya comienza a tomar el relevo. El
primogénito ya ha aprendido el oficio de comerciante y el segundo
hermano ya ha vuelto del servicio militar.
La primera
lección comercial la tuvo comprando a las mujeres pieles de conejo a
cambio de un ovillo La Dalia para bordar. El valor en la tienda era
de una peseta, pero él ganaba 15 céntimos más con el descuento que
tenía.
Los hermanos
mayores deciden emprender el negocio de una panadería para apoyar
los ingresos de la barbería, la tienda y la venta ambulante. Los
hermanos pequeños también se involucran en el proyecto.
El segundo
hermano deja la casa en 1947 para casarse en un pueblo de la comarca
cercana de Ribagorza donde la familia de su mujer regenta una posada
fundada por su padre en el año 1915.
En 1949
compra un camión de segunda mano, proveniente del ejército, con el
que comienza a dedicarse al transporte en la comarca durante casi
cuarenta años hasta su jubilación.
Durante
estos años participa en el desarrollo de sus vecinos transportando
pasajeros, carbón, leche, ganado y todo cuanto pudiera cargarse en
el camión. Le gusta el oficio y no le falta faena.
Los
comienzos no fueron fáciles. La primera vez que fue a comprar
un Austin Rover nuevo tuvo miedo de su precio, 300 mil pesetas al no
saber si podría pagarlo. Por ello decidió comprar el Dodge viejo de
80 mil pesetas, que resultó más caro por las averías.
En la década
de los 50 los hijos de María y Antonio van dejando la casa para
trasladarse a las zonas industriales, principalmente Barcelona, al
igual que lo hicieron miles de altoaragoneses.
Muchas casas
de los pueblos quedan cerradas y decenas de pueblos totalmente
abandonados provocando el despoblamiento generalizado de las comarcas
del Pirineo de Huesca.
En los 60
comienzan los planes de desarrollo que permiten vitalizar la economía
con incipientes polígonos industriales, créditos al turismo y la
construcción de infraestructuras hidráulicas.
La
década de 1970 va recogiendo los frutos de los planes de desarrollo
económico permitiendo la consolidación de los negocios emprendidos
por la segunda generación, así como el comienzo de nuevos, como es
la hostelería.
Antonio
muere el año 1976, coincidiendo con el comienzo de la democracia.
Sus hijos ya han consolidado sus proyectos empresariales y pronto
tendrán el apoyo de la tercera generación.
Los que
emigraron a las zonas industriales progresan económicamente
comprando coches utilitarios a finales de los 60, permitiendo el
desplazamiento en las vacaciones a sus pueblos de origen.
Así,
en los veranos, los pueblos vuelven a
poblarse con estas familias, dando trabajo a los hostales y a los
comercios. Es el embrión del desarrollo turístico que tendrá lugar
en el último cuarto del siglo XX.
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