Hasta hace
100 años nuestros valles del Pirineo vivieron en una economía de
subsistencia con intercambio de los productos con la tierra llana y
con los valles franceses del norte.
En la
segunda década del siglo XX comienzan grandes obras de
infraestructura hidroeléctricas, mineras, industriales y
ferrocarriles que supusieron el fin de un aislamiento centenario y el
comienzo de nuevas oportunidades para emprender.
Suponen
grandes inversiones públicas y de empresas privadas de Barcelona,
Bilbao y París que dieron trabajo a miles de trabajadores
posibilitando la inyección de dinero en la zona y, también, el
comienzo de la emigración a las áreas industriales.
En el año
1911 el servicio de la valija de correos entre Barbastro y Benasque
lo ejercían los hermanos López de Graus. Este servicio se hacía
mediante caballerías, suponiendo unas 14 horas. Por ello se
descansaba y hacía cambios de caballos en distintos lugares.
Un hermano
regentaba la Posada Ducay de Graus donde se hacía el cambio de
caballos para continuar hacia Campo. A las afueras de esta población
se encontraba el Mesón de Argoné a cargo de otro hermano para
facilitar la continuación hacia Benasque.
A ocho
kilómetros, en la población de Seira se construye entre 1914 y 1918
la primera gran central hidroeléctrica de España. Es con el
comienzo de estas obras que María, nacida en el cercano pueblo de
Merli, trabaja en el mesón.
Fue aquí
donde conoció a Antonio, de El Món de Perarrua, en sus viajes a
trabajar en el valle de Benasque o al otro lado del Pirineo los
inviernos, donde aprendió el oficio de barbero cortando el pelo a
sus compañeros.
Antonio y
María se casan en 1917. Van a trabajar las minas de plata de Parzán,
alquilando una habitación en Bielsa donde los meses de invierno, que
la mina estaba cerrada, él ejerce de barbero y ella se dedica a
coser y vender.
En
1919 encuentran trabajo en el comienzo de la central eléctrica de
Lafortunada que se termina en el año 1923. Muchos obreros se van,
pero ellos deciden instalarse en un pueblo cercano a la espera del
comienzo de las obras del sistema del río Ara.
Las obras no
se realizan, pero el nacimiento del primer hijo hace que se asienten
definitivamente. Tras el segundo hijo, acaban comprando una casa
donde establecen la barbería y el comercio.
El
comercio no sólo lo realizan en el establecimiento, sino que van a
los pueblos del Sobrarbe. En muchos casos se realiza un trueque de
productos, para luego venderlos por dinero en otro lugar.
Al principio
utilizan un carro tirado por un caballo para los traslados hasta que
el año 1930 compran un coche Ford. Es un momento donde conviven los
carros y los primeros coches.
Sobrarbe
está repleto de población. Los pueblos están llenos. Es habitual
que las familias tengan siete hijos. Además, la mejora de la
sanidad, ha disminuido la mortandad infantil. Comienza la emigración
a las grandes ciudades.
A su vez,
los colegios se llenan de alumnos. En los años 20 comienza la
escolarización generalizada construyendo las escuelas en casi todos
los pueblos. Es la primera generación que no será analfabeta.
En los años
30 no sólo está reactivada la población, sino que comienza a
despegar el sector de servicios gracias a la mejora de las
comunicaciones. Aunque se trate de productos de primera necesidad.
La Guerra
Civil Española entre 1936 y 1939 congela el brote de desarrollo,
volviendo al trueque. Muchas familias de los pueblos del Pirineo
marchan a Francia, otras se quedan.
Antonio
y María estuvieron a punto de emigrar, pero el parto de un familiar
les hace quedarse. En el pueblo no se quemaron las casas, únicamente
se destruyó el puente de la carretera.
El
paso de los dos bandos no supuso ninguna
venganza en el pueblo, al contrario que había sucedido en otros de
comarcas cercanas, posibilitando que la vuelta a la normalidad fuera
rápida.
Por la
barbería de Antonio pasaron soldados de ambos bandos, ayudando a
continuar con el negocio. Esperaban momentos difíciles, pero el
carácter y austeridad de los montañeses ya estaban acostumbrados.
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