jueves, 8 de febrero de 2018

Comunal

Comunal

El sábado por la mañana mi abuelo Antonio se levantaba pronto para preparar la habitación de la casa que tenía habilitada como barbería. Era este día cuando los hombres venían a afeitarse.
Tenía varias navajas de afeitar que había comprado en la Navajería Desiderio Vallés que estaba situada en la calle Argensola número 57 de Barbastro. Entre ellas “The Celebrated Respect Razor” que tengo entre mis manos mientras escribo.
El sábado también era un día para dedicarlo a la huerta y para hacer trabajos de comunal, como era el arreglar los caminos, las acequias o cualquier otra infraestructura de uso vecinal.
El domingo se dedicaba a acudir a la misa, comer con la familia y hacer cosas dentro de la casa, porque estaba prohibido trabajar fuera para cumplir el tercer mandamiento de la iglesia:“Santificarás las fiestas”.
Así eran los sábados y los domingos en nuestros pueblos cuando estaban todas las casas llenas y muchas bocas que alimentar. La convivencia en comunidad era imprescindible para sobrevivir.
Actualmente, desde la crisis del 2008, se ha ido desarrollando cada vez más la economía colaborativa y muy especialmente en el ámbito emprendedor. De modo que volvemos a valorar el desarrollo de la comunidad.
Es muy importante el desarrollar una comunidad emprendedora viva porque en la coyuntura actual la capacidad de sostenibilidad económica de una sociedad depende de su dinamismo.
En España el modelo más logrado que tenemos es Campus Madrid, un espacio de Google para que los emprendedores aprendan, conecten y creen sus empresas en un entorno muy dinámico.
Es un antiguo edificio industrial de tres plantas. En la planta de calle se encuentra el Campus Café y el Auditorium. En la cafetería puedes trabajar gratuitamente con tu ordenador de lunes a viernes de 9 a 21 horas.
La segunda planta está dedicada a los programas de las aceleradoras de empresas tecnológicas. Así, Seed Rocket, Tetuan Valley y Techstars. Son iniciativas privadas que invierten en los proyectos que eligen.
En la tercera planta está TechHub, un espacio internacional dedicado a la comunidad emprendedora. Es un entorno pensado para que las nuevas empresas de tecnología puedan ponerse en marcha más rápido.
TechHub cultiva una red internacional de emprendedores tecnológicos, ofreciéndoles espacios donde puedan trabajar, conocer gente, colaborar, crear conexiones, aprender y divertirse.
Primero, te encuentras una comunidad formada por más de 200 personas que trabajan en productos tecnológicos y un calendario repleto de frecuentes actividades de networking y formación.
El espacio de trabajo son mesas compartidas de 8 personas en dos grandes salas, una silenciosa y otra en la que se puede hablar. Además existen muchas salas de distinto tamaño para reunirse o estar un rato solo.
Hay dos tipos de ocupantes. Los que ocupan una mesa flexible un máximo de 20 horas a la semana. Está pensado para aquellas personas que trabajan desde casa o están desarrollando un proyecto a tiempo parcial. Cuesta 450 € al año.
Los residentes, que ocupan una mesa fija y pueden estar 24 horas al día toda la semana. Está pensado para quienes están enfocados en su proyecto a tiempo completo. Cuesta 245 € al mes.
Ellos piensan que las mejores cosas suceden cuando las personas adecuadas se juntan en el mismo espacio. Mi experiencia de un día compartiendo el espacio de trabajo me lo hizo ver así.
Al principio cuesta adaptarte a trabajar en una mesa con 8 personas, sobre todo en la zona que se puede hablar, donde puede haber varias empresas trabajando en un mismo proyecto.
Hablando con los residentes me explican sus trucos para poder mantener la concentración cuando lo necesitan. Y todos me dicen que tiene más ventajas que desventajas en el momento de lanzar un proyecto.
Me quedo con idea de la necesidad de dinamizar la comunidad emprendedora. Al llegar a Huesca, hago un pequeño guiño al espíritu Hipster y me compro una maquinilla de afeitar tradicional de la marca Timor.


Daniel VALLÉS TURMO
Noviembre 2016

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