Comunal
El
sábado por la mañana mi abuelo Antonio se levantaba pronto para
preparar la habitación de la casa que tenía habilitada como
barbería. Era este día cuando los hombres venían a afeitarse.
Tenía
varias navajas de afeitar que había comprado en la Navajería
Desiderio Vallés que estaba situada en la calle Argensola número 57
de Barbastro. Entre ellas “The Celebrated Respect Razor” que
tengo entre mis manos mientras escribo.
El
sábado también era un día para dedicarlo a la huerta y para hacer
trabajos de comunal, como era el arreglar los caminos, las acequias o
cualquier otra infraestructura de uso vecinal.
El
domingo se dedicaba a acudir a la misa, comer con la familia y hacer
cosas dentro de la casa, porque estaba prohibido trabajar fuera para
cumplir el tercer mandamiento de la iglesia:“Santificarás las
fiestas”.
Así
eran los sábados y los domingos en nuestros pueblos cuando estaban
todas las casas llenas y muchas bocas que alimentar. La convivencia
en comunidad era imprescindible para sobrevivir.
Actualmente,
desde la crisis del 2008, se ha ido desarrollando cada vez más la
economía colaborativa y muy especialmente en el ámbito emprendedor.
De modo que volvemos a valorar el desarrollo de la comunidad.
Es
muy importante el desarrollar una comunidad emprendedora viva porque
en la coyuntura actual la capacidad de sostenibilidad económica de
una sociedad depende de su dinamismo.
En
España el modelo más logrado que tenemos es Campus Madrid, un
espacio de Google para que los emprendedores aprendan, conecten y
creen sus empresas en un entorno muy dinámico.
Es
un antiguo edificio industrial de tres plantas. En la planta de calle
se encuentra el Campus Café y el Auditorium. En la cafetería puedes
trabajar gratuitamente con tu ordenador de lunes a viernes de 9 a 21
horas.
La
segunda planta está dedicada a los programas de las aceleradoras de
empresas tecnológicas. Así, Seed Rocket, Tetuan Valley y Techstars.
Son iniciativas privadas que invierten en los proyectos que eligen.
En
la tercera planta está TechHub, un espacio internacional dedicado a
la comunidad emprendedora. Es un entorno pensado para que las nuevas
empresas de tecnología puedan ponerse en marcha más rápido.
TechHub
cultiva una red internacional de emprendedores tecnológicos,
ofreciéndoles espacios donde puedan trabajar, conocer gente,
colaborar, crear conexiones, aprender y divertirse.
Primero,
te encuentras una comunidad formada por más de 200 personas que
trabajan en productos tecnológicos y un calendario repleto de
frecuentes actividades de networking y formación.
El
espacio de trabajo son mesas compartidas de 8 personas en dos grandes
salas, una silenciosa y otra en la que se puede hablar. Además
existen muchas salas de distinto tamaño para reunirse o estar un
rato solo.
Hay
dos tipos de ocupantes. Los que ocupan una mesa flexible un máximo
de 20 horas a la semana. Está pensado para aquellas personas que
trabajan desde casa o están desarrollando un proyecto a tiempo
parcial. Cuesta 450 € al año.
Los
residentes, que ocupan una mesa fija y pueden estar 24 horas al día
toda la semana. Está pensado para quienes están enfocados en su
proyecto a tiempo completo. Cuesta 245 € al mes.
Ellos
piensan que las mejores cosas suceden cuando las personas adecuadas
se juntan en el mismo espacio. Mi experiencia de un día compartiendo
el espacio de trabajo me lo hizo ver así.
Al
principio cuesta adaptarte a trabajar en una mesa con 8 personas,
sobre todo en la zona que se puede hablar, donde puede haber varias
empresas trabajando en un mismo proyecto.
Hablando
con los residentes me explican sus trucos para poder mantener la
concentración cuando lo necesitan. Y todos me dicen que tiene más
ventajas que desventajas en el momento de lanzar un proyecto.
Me
quedo con idea de la necesidad de dinamizar la comunidad
emprendedora. Al llegar a Huesca, hago un pequeño guiño al espíritu
Hipster y me compro una maquinilla de afeitar tradicional de la marca
Timor.
Daniel
VALLÉS TURMO
Noviembre 2016
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