Hackeados
Una
amiga me pasa una grabación de una conferencia que ha escuchado de
Ignacio Hernández Medrano sobre “Big Data en el Sector Sanitario”.
Le tengo que decir “qué me parece”.
Ignacio
es neurólogo en el Hospital Ramón y Cajal y con una carrera en
gestión sanitaria. Es aceptado por la Singularity University en
Silicon Valley para desarrollar el proyecto “Savana” de
transformación de la sanidad con Inteligencia Artificial.
Comienza
su charla explicando un concepto “contraintuitivo”. Entender la
diferencia entre una tecnología lineal y una exponencial, que sea
disruptiva. Así, la tecnología de la ropa es lineal y la
computación es exponencial.
Nos
dice que nuestro cerebro no está preparado para comprender el
concepto de exponencialidad porque en nuestra evolución no hemos
tenido que enfrentarnos a esa aceleración de la evolución, siendo
nuestra mente lineal.
Primer
sesgo cognitivo. El “ver las tecnologías paradas”. El comentario
habitual de que hace tiempo que lo vamos viendo en las películas
pero no acaba de suceder en la realidad.
Lo
mismo nos sucede con muchas tecnologías, como es el caso de la
Inteligencia Artificial. Recuerdo haber asistido a uno de los
primeros congresos en España en el año 1986 y no “sentir” que
se ha evolucionado mucho.
Lo
mismo con otro tipo de tecnologías. He sido un fan de los museos de
la ciencia europeo recorriendo gran parte de ellos porque pensaba que
su difusión era muy importante para la educación. Y cuando los
vuelvo a visitar, no veo diferencias.
Segundo
sesgo cognitivo. Cuando finalmente llegan estas tecnologías las
asumimos tan rápidamente que “nos parece que no han llegado”.
Olvidamos muy rápidamente cuando las comenzamos a usar.
Esto
nos ha pasado a todos los que comenzamos con los primeros ordenadores
de difícil uso y que teníamos que esperar a que el encargado del
centro de cálculo nos pasara aquellos rollos continuos de papel
pijama.
Y
mucho más recientemente con los teléfonos. Mi primer teléfono
móvil iba en una caja que medía 50 cm. por 30 cm. por 15 cm. de
alto. El último era 15 cm. por 10 cm. por 5 cm. de alto
Tercer
sesgo cognitivo. Pensar que “las cosas van despacio”, pero lo es
en comparación con lo rápido que irán en adelante. Es la
diferencia entre la velocidad y la aceleración.
Esto
nos está ocurriendo con la nueva medicina personalizada basada en la
genética, a la que se le atribuyen grandes expectativas que no
acaban de llegar, pero si se están desarrollando grandes avances.
Cuarto
sesgo cognitivo. Creer que eso “sí está sucediendo, pero no en
nuestro caso”. Tenemos una resistencia al cambio que hace que
tengamos que romper algunas barreras psicológicas.
Quinto
sesgo cognitivo. Miramos a nuestro alrededor y vemos que hay cosas
muy retrasadas (“mira como estamos”), que nos lleva a hacer creer
que no puede ocurrir eso que se espera.
El
autor le llama el “síndrome de la pared amarilla”. Se refiere al
doctor que está en su consulta con unos medios escasos y no puede
atribuir realidad a los avances que se preven.
Una
de estas tecnologías exponenciales y disruptivas (porque cambian
radicalmente la forma de hacer las cosas) es la inteligencia
artificial proveniente del análisis de los datos.
Así,
el impacto no es el Big Data, sino la inteligencia artificial que los
analizará. El verdadero cerebro de una transformación digital que
estamos viviendo y que hará que la realidad sea lo que haya detrás
de una pantalla.
Ignacio
finaliza la charla diciendo que el mundo digital no entra por la
puerta de delante. No entra por las estrategias, ni por la política,
sino que el mundo digital te “hackea”. Entra por la puerta de
atrás, sin darte cuenta que ya ha entrado.
Como
aquel “iPhone” tan bonito que nos enseñó Steve Jobs y que los
ejecutivos de Nokia pensaron que no era un aparato serio y no merecía
considerarlo como competencia.
Como
Sol, un caniche que temporalmente dejó mi hermano a mi madre y que
ya no volvió a abandonar la casa. De esta manera somos “hackeados”
por las tecnologías disruptivas.
Daniel
VALLÉS TURMO
Diciembre 2016
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