Conozco
una persona que se ha comprado un sensor termostato inteligente “Nest
Learning” que cuesta 249 euros. Es la tercera generación de este
dispositivo que salió al mercado ya en el 2011. Aprende la
temperatura que nos gusta, va conociendo nuestras rutinas y las
predice.
Conectado
a los teléfonos móviles de los que habitan la casa, baja la
temperatura cuando no hay nadie y conoce cuando vamos a llegar. Sería
una aplicación de lo que llamamos “Big Data”.
De
vez en cuando le pregunto sobre el ritmo de aprendizaje del aparato,
pero parece que no “progresa adecuadamente” y todavía tiene que
hacer muchas modificaciones manualmente. Aunque, posiblemente,
conforme tenga más datos irá haciendo predicciones mejoradas.
Aparentemente,
el precio no es muy caro por el gasto que supone la calefacción en
las viviendas y, sobre todo, en las casas de más de una altura. De
forma que se supone puede ahorrarnos mucho dinero. Un termostato
básico cuesta unos 30 euros y uno programable de calidad se sitúa
en los 150 euros.
A
los humanos nos encanta que nos digan “no piense, ya lo hacemos
nosotros por usted”. Prueba de ello es que nos cuesta cambiar de
compañía de suministros porque posponemos la búsqueda de
información.
La
televisión está repleta de anuncios que nos incitan a comparar el
precio y las prestaciones de nuestros suministros, sobre todo el
teléfono y lo seguros. Luego, si vamos a las páginas de Internet,
nos ofrecen sistemas que nos asisten a buscar la tarifa que más se
adapta a nuestras circunstancias.
Los
que hemos vivido en comunidades con calefacción central conocemos de
sobra esa despreocupación. “Sea cual sea tu conducta vas a pagar
parecido”. Y esto lleva, muchas veces sin mala fe, a la ineficacia.
Así,
es habitual ver que se ventilan las viviendas durante más tiempo del
necesario y que se está a una temperatura elevada dentro de la casa.
Acabamos por acostumbrarnos sin darle importancia.
Una
nueva legislación está obligando a que haya contadores individuales
en este tipo de calefacción comunitaria, aunque muchas comunidades
han optado por la instalación de calderas individuales.
Cuando
llega ese momento, cada factura que nos llega nos incita a
preguntarnos sobre si estamos utilizando adecuadamente la
calefacción. En Internet encontramos un montón de consejos para
hacer un uso adecuado.
Pero,
desgraciadamente, no podemos aplicar de forma automática la lista de
cosas a tener en cuanta. Todas estas listas comienzan diciendo que
debemos tener un buen aislamiento. De nada sirve producir energía si
se nos va por las ventanas y puertas.
No
voy a enumerar este listado que es fácil encontrar, sino incitar a
hacernos algunas preguntas. Una de ellas es ¿A qué hora deberíamos
ventilar la casa y durante cuánto tiempo?.
Preguntando
a conocidos, muchos lo hacen a la hora de hacer las habitaciones, que
suele ser por las mañanas. Es una costumbre que se ha ido
manteniendo. Propongo que hagamos el ejercicio durante una semana de
apuntar en un papel la temperatura exterior cada hora. Un alcorce es
consultar la predicción por horas en nuestro municipio de la Agencia
Española de Meteorología.
¿Cuál
es el resultado? En el mes de enero, hay una diferencia de unos 8
grados entre las 9 de la mañana y las 3 de la tarde. De manera que
la pérdida de temperatura de la vivienda es muy superior.
¿Durante
cuanto tiempo debemos ventilar? Los expertos hablan de unos 10
minutos como máximo. Así, si ventilamos al mediodía y durante un
máximo de ese tiempo, apenas perdemos unas décimas de temperatura
en el interior, de manera que logramos un ahorro sustancial.
Algo
parecido ocurre en el ámbito empresarial. Cada cierto tiempo se van
escuchando “discursos perfumados” de metodologías, tecnologías
y asesores que van a solucionarnos todos nuestros problemas.
Su
publicidad dice “que lo dejemos en manos de expertos”. Yo estoy
de acuerdo en una parte del enunciado, en la de quién debe
implementar las soluciones, pero no en liberarnos de cuestionarnos
hasta encontrar “una buena pregunta”.
Sobre
todo existe una pregunta genérica que no deberíamos de hacernos
cada día: “¿Qué tenemos que hacer muy bien para que sigamos
teniendo éxito?”.
Daniel
VALLÉS TURMO
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