Relato
económico
Mi
madre me aconsejó que acudiera a los entierros. Gracias a la
publicación de las esquelas en los tablones de anuncios es posible
hacerlo. Es un último adiós a un vecino.
Además
de acompañar a la familia en el duelo, es una manera de homenajear
la vida del fallecido. Los vecinos comentan cómo era la persona y a
qué se dedicaba, siempre con un carácter positivo.
Con
cada vecino que se va, se va deshilando la historia de una generación
cuyos superviviente van viendo como su mente se van hilando con los
recuerdos de aquellos que se fueron.
Cada
vez es más frecuente que algún amigo o familiar lea un texto al
finalizar la ceremonia que habla sobre la vida del difunto. Es una
tradición anglosajona para homenajear su legado.
En
ocasiones se habla sobre su actividad económica. Esto hace que sirva
de escusa para luego seguir comentando al acabar el entierro y, así,
conocer mejor la historia económica de una población.
Vuelves
a casa con otra capa de información sobre los comercios. Te hablan
de tiendas que ya no existen pero las conociste y ya no recordabas y
de otras que dejaron de funcionar antes que tu nacieras.
De
esta forma, en la calles más comerciales las persianas se ha ido
abriendo día a día durante siglos cambiando los que la regentaban,
pero no así su actividad. La tradición gremial así lo encaminaba.
Nos
encontramos con nombres de calles que recuerdan esta actividad. Así,
“los hornos” o “la fustería”. No ha sido hasta el último
cuarto del siglo XX (con la llegada de los supermercados) que se fue
rompiendo este traspaso continuo de la actividad.
También
ha sido con la generalización de la grandes superficies en las
afueras de las ciudades como se han ido despoblando este tejido
comercial que durante cientos de años se había creado en las calles
del centro.
A
la par, el Internet Móvil de los Smarphone ha posibilitado que se
vaya acelerando la digitalización de la economía y se vaya
perdiendo esa referencia contextual de la economía con un
determinado lugar geográfico.
De
esta manera se va disipando el “relato económico” de las
poblaciones, aquello que las hacía diferentes y permitía compartir
aquella identidad construida durante siglos por los artesanos y
comerciantes.
Alguno
se preguntara para qué puede servir el mantener ese “relato
económico”. Su necesidad viene para mantener la idiosincrasia y la
cohesión social necesaria para afrontar los retos futuros.
En
un momento donde se ha ido cayendo las grandes cosmovisiones tras la
caída del muro de Berlín, la importancia de la historia ya no es
tanto como descripción objetiva, sino como relato estructurador de
una sociedad.
Y
en un ámbito cercano, como es una población, supone el mantener la
cohesión social y el dinamismo asociativo y empresarial necesarios
para mantener la ilusión y la supervivencia futuras.
No
nos equivoquemos pensando que la tecnología lo soluciona todo. Este
ha sido una percepción que se ha tenido en cada una de las grandes
revoluciones industriales que han ocurrido.
Las
actitudes emprendedoras no han cambiado significativamente desde
nuestro bisabuelos hace tres generaciones. La forma de afrontar los
problemas no ha sido tan distinta como nos pueda parecer.
El
“relato económico” de una población tiene que ver más con la
manera como su gente ha ido resolviendo las problemáticas que le ha
tocado vivir que con una enciclopedia de la historia empresarial.
Tal
vez, cuando se habla que una sociedad sea más emprendedora que otra,
tenga que ver con la manera con la que se ha sabido transmitir ese
legado a las nuevas generaciones.
Esta
actitud sí que es resolutiva, la de tener la convicción que se va a
ser capaz de salir adelante, y no sólo de forma individual, sino
como sociedad. Y esta solución la han hecho posible todos los
vecinos que nos dejan.
Mis
padres ocupan un nicho en la parte antigua del cementerio. Cada año
veo como son más los vecinos, con los que compartieron ocio y
negocio, que se van uniendo a esta nueva vecindad.
Daniel
VALLÉS TURMO
Noviembre 2016
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