¿E-tenderos?
Han
pasado 17 años desde que se creó el “Centro de Excelencia de
Internet” en las instalaciones del Centro Europeo de Empresas e
Innovación en Huesca. De mano de la experiencia de Barrabés se
quería promocionar el comercio electrónico.
Mucho
han cambiado las cosas en este tiempo, tanto en los modelos de
negocio del comercio electrónico como en los modelos de negocio del
comercio tradicional de nuestro entorno.
En
la actualidad el Comercio Electrónico es una realidad ya muy
instalada que ha modificado claramente la conducta del consumidor en
la adquisición de muchos productos y servicios.
De
manera que muchos comercios han disminuido sus ventas en los
artículos que fácilmente son adquiribles en una marca líder, que
comenzó con la venta de libros y ha ido incrementado su gama de
productos hasta llegar a la alimentación.
Sin
duda, los teléfonos con acceso a Internet han favorecido este
proceso de transformación digital por parte de los consumidores en
la decisión de compra de los productos y los servicios.
Se
puede decir que la mayoría de las personas ya estamos 100%
conectadas, de manera que ya no hay límite físico ni temporal para
atender a nuestras necesidades. Estamos a “un clic” de la compra.
Sin
duda, aparentemente, esta situación beneficia al consumidor en
cuanto que tiene acceso a una mayor competencia. Pero, ¿qué pasa
con el comercio tradicional de nuestros pueblos y ciudades?
La
marca líder que no menciono dice que muchos comercios tradicionales
también pueden ser proveedores suyos. Es la figura del “e-retailer”.
El concepto está en ser proveedor tanto en el mercado tradicional
como en el digital.
Ciertamente
hay casos de éxito en esta tipología de modelo de negocio, pero la
realidad es que todo el comercio tradicional no puede competir a la
vez en Internet con los mismos productos.
La
presencia en Internet ha traspasado la tienda virtual para ser un
canal de esta transformación digital de la economía. En el caso del
comercio tradicional, es necesario considerar ambos planteamientos.
Estamos
viendo como se van cerrando muchos locales comerciales de las calles
menos transitadas tanto en los pueblos como en las ciudades, a la vez
que las empresas de servicios van dejando los pisos para estar a pie
de calle.
Hay
un elemento claro de competitividad. Por una parte, productos que se
adquieren por Internet y de otro lado, productos que han disminuido
su margen haciendo que sea menor la rentabilidad.
Ante
esta realidad, el pequeño comercio ha buscado proveedores que le
permitan un mejor precio y ha ampliado la gama de productos para
incrementar las ventas de sus clientes.
En
las grandes ciudades, está surgiendo una vuelta al antiguo tendero,
primando el trato con el cliente sobre el precio. En este caso, los
consumidores valoran esa personalización.
Hay
una realidad sociológica de personas que viven solas para quienes ir
a comprar es un elemento importante de relación. Además de adquirir
un producto, se agradece una conversación.
Es
un ecosistema complejo donde el comercio tiene que ponderar muchas
variables. Tal vez, la que más le diferencie de otros canales es la
calidez de la relación con el cliente.
Posiblemente,
la más dificultosa sea el ir adaptando la gama de productos para que
puedan entrar en un abanico de precios competitivos. Sin duda es la
parte más complicada.
En
este aspecto, puede ser de ayuda las nuevas tecnologías de la
información para permitir tener más información sobre nuestros
clientes. Así, las redes sociales, una aplicación móvil y una
página web.
Pero
con la idea que el objetivo no es tanto la captación de clientes
mediante ofertas, sino el conocimiento de sus necesidades para
fidelizarlos y atraerlos a nuestro local comercial.
Un
comerciante ya cercano a la edad de jubilación, me preguntaba
“¿quizá ya es tarde para tener una página web?”. Esto me hace
pensar que todavía está vigente aquel proyecto del Centro de
Excelencia de Internet.
Daniel
VALLÉS TURMO
Febrero 2017
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