jueves, 8 de febrero de 2018

¿E-tenderos?

¿E-tenderos?

Han pasado 17 años desde que se creó el “Centro de Excelencia de Internet” en las instalaciones del Centro Europeo de Empresas e Innovación en Huesca. De mano de la experiencia de Barrabés se quería promocionar el comercio electrónico.
Mucho han cambiado las cosas en este tiempo, tanto en los modelos de negocio del comercio electrónico como en los modelos de negocio del comercio tradicional de nuestro entorno.
En la actualidad el Comercio Electrónico es una realidad ya muy instalada que ha modificado claramente la conducta del consumidor en la adquisición de muchos productos y servicios.
De manera que muchos comercios han disminuido sus ventas en los artículos que fácilmente son adquiribles en una marca líder, que comenzó con la venta de libros y ha ido incrementado su gama de productos hasta llegar a la alimentación.
Sin duda, los teléfonos con acceso a Internet han favorecido este proceso de transformación digital por parte de los consumidores en la decisión de compra de los productos y los servicios.
Se puede decir que la mayoría de las personas ya estamos 100% conectadas, de manera que ya no hay límite físico ni temporal para atender a nuestras necesidades. Estamos a “un clic” de la compra.
Sin duda, aparentemente, esta situación beneficia al consumidor en cuanto que tiene acceso a una mayor competencia. Pero, ¿qué pasa con el comercio tradicional de nuestros pueblos y ciudades?
La marca líder que no menciono dice que muchos comercios tradicionales también pueden ser proveedores suyos. Es la figura del “e-retailer”. El concepto está en ser proveedor tanto en el mercado tradicional como en el digital.
Ciertamente hay casos de éxito en esta tipología de modelo de negocio, pero la realidad es que todo el comercio tradicional no puede competir a la vez en Internet con los mismos productos.
La presencia en Internet ha traspasado la tienda virtual para ser un canal de esta transformación digital de la economía. En el caso del comercio tradicional, es necesario considerar ambos planteamientos.
Estamos viendo como se van cerrando muchos locales comerciales de las calles menos transitadas tanto en los pueblos como en las ciudades, a la vez que las empresas de servicios van dejando los pisos para estar a pie de calle.
Hay un elemento claro de competitividad. Por una parte, productos que se adquieren por Internet y de otro lado, productos que han disminuido su margen haciendo que sea menor la rentabilidad.
Ante esta realidad, el pequeño comercio ha buscado proveedores que le permitan un mejor precio y ha ampliado la gama de productos para incrementar las ventas de sus clientes.
En las grandes ciudades, está surgiendo una vuelta al antiguo tendero, primando el trato con el cliente sobre el precio. En este caso, los consumidores valoran esa personalización.
Hay una realidad sociológica de personas que viven solas para quienes ir a comprar es un elemento importante de relación. Además de adquirir un producto, se agradece una conversación.
Es un ecosistema complejo donde el comercio tiene que ponderar muchas variables. Tal vez, la que más le diferencie de otros canales es la calidez de la relación con el cliente.
Posiblemente, la más dificultosa sea el ir adaptando la gama de productos para que puedan entrar en un abanico de precios competitivos. Sin duda es la parte más complicada.
En este aspecto, puede ser de ayuda las nuevas tecnologías de la información para permitir tener más información sobre nuestros clientes. Así, las redes sociales, una aplicación móvil y una página web.
Pero con la idea que el objetivo no es tanto la captación de clientes mediante ofertas, sino el conocimiento de sus necesidades para fidelizarlos y atraerlos a nuestro local comercial.
Un comerciante ya cercano a la edad de jubilación, me preguntaba “¿quizá ya es tarde para tener una página web?”. Esto me hace pensar que todavía está vigente aquel proyecto del Centro de Excelencia de Internet.


Daniel VALLÉS TURMO
Febrero 2017

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